Mensaje Político
Alejandro Lelo de Larrea
Ni de cara a la entonces jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, y mucho menos ante el presidente Andrés Manuel López Obrador, el empresario Carlos Slim se atrevió a mentir, a propósito de la tragedia en la Línea 12 del Metro, ocurrida el 3 de mayo de 2021, que dejó como saldo 27 muertos –no 26 como se ha dicho–, pues el gobierno capitalino intentó ocultar el fallecimiento de un menor de edad por el desplome.
Slim, propietario de Cicsa, la empresa constructora del tramo elevado que se derrumbó fue un corderito en las reuniones con Sheinbaum y AMLO, celebradas después de la tragedia, cuando lo obligaron a reconstruir y reforzar todo el tramo elevado, sin cargo al erario.
El lunes pasado, ya en el ocaso del gobierno de López Obrador y en plena sucesión presidencial, Slim se envalentonó y se lanzó contra Sheinbaum, la candidata de Morena, sin llamarla por su nombre. En deslinde de su constructora, aseguró que el desplome de la Línea 12 no fue por errores en la edificación, sino por problemas de mantenimiento.
“Trabajó 12 años y no le pasó nada, no es una cosa de origen, después de 900 millones de pasajeros. Yo creo que ya es algo muy discutido, hubo varios dictámenes”, aseveró Slim.
Sin embargo, es evidente que Slim mintió. No es cierto que la Línea 12 trabajó 12 años y no le pasó nada. Apenas había transcurrido un año y medio de que se inauguró cuando el gobierno de Miguel Ángel Mancera la cerró durante más de un año para hacer reparaciones mayores, precisamente por problemas de origen.
El 11 de marzo de 2014, Mancera anunció el cierre de esa Línea con estas palabras: “Técnicos especialistas del Sistema de Transporte Colectivo Metro y expertos señalaron que no es factible operar la L12 cumpliendo altos estándares de seguridad… Por ello, se ofrecerán alternativas de transporte gratuito para los usuarios durante el tiempo de suspensión de operaciones de la L12”.
En 2022, la empresa noruega DNV realizó el tercer y definitivo dictamen pericial sobre las causas del desplome en mayo de 2021, en el gobierno de Sheinbaum. Responsabilizó –sin decir su nombre– al jefe de Gobierno de cuando se construyó, Marcelo Ebrard, y por supuesto también a la empresa que la edificó –también sin mencionarla–, Cicsa, de Slim. DNV también se fue contra Sheinbaum –igual sin citarla–, por la falta de vigilancia y reparaciones. DNV estableció que el desplome se debió a “problemas de diseño y construcción”, y como detonante las “fallas en las inspecciones y mantenimiento”.
Sheinbaum ha sostenido que los problemas fueron de inicio. Durante su cuarto informe de gobierno –el último que rindió–, el 7 de octubre de 2022, pretendió zafarse en definitiva de la responsabilidad que le atribuyó DNV. Cuando resaltaba las “acciones” de su gobierno en el Metro, remarcó: “Y, después del trágico accidente de la Línea 12 a consecuencia de problemas de origen (o sea Ebrard), estamos trabajando en su reforzamiento…”
En realidad, los tres jefes de gobierno, de Ebrard a Sheinbaum, pasando por Mancera, podrían tener alguna responsabilidad, pero la Fiscalía de la CDMX que supuestamente investiga el desplome no los ha molestado ni con el pétalo de un citatorio. Tampoco siquiera se inició alguna causa penal contra las empresas que fueron las edificadoras, principalmente la de Slim. Seguro la impunidad prevalecerá. Lo veremos.