Mensaje Político
Alejandro Lelo de Larrea
El sábado, el senador Ricardo Monreal cerró un ciclo como aspirante presidencial de Morena, pero al mismo tiempo abrió la nueva etapa, una especie de arranque por la candidatura para la Jefatura de Gobierno de la CDMX. La primera y muy compleja aduana la pasó muy bien, esa que deben aprobar todos los políticos que pretendan gobernar la Ciudad de México: salir airosos de la Plaza de Las Tres Culturas. Sí, el sitio de la trágica matanza estudiantil del 2 de octubre de 1968, donde en varias campañas presidenciales y para jefes de Gobierno sólo tuvieron ‘licencia’ social para asistir los candidatos progresistas: Cuauhtémoc Cárdenas, Andrés Manuel López Obrador, Marcelo Ebrard, Miguel Mancera, Claudia Sheinbaum. Ese sitio donde no pudieron ingresar o no se atrevieron muchos que han aspirado a la Jefatura de Gobierno y que fueron rotundos perdedores: Beatriz Paredes, Carlos Castillo, Mikel Arriola.
El sábado, ahí en la Plaza de Las Tres Culturas, el corazón de Tlatelolco, de la Alcaldía Cuauhtémoc, Monreal juntó a miles que le aplaudieron días después de que por fin aceptó que sí buscará la candidatura a la Jefatura de Gobierno, lo que fue evidente durante los 70 días de recorridos como corcholata, pues se ocupó de visitar todas las Alcaldías de la capital, algunas en más de una ocasión.
Los grupos que se sienten los únicos de izquierda en la capital, esos de la nomenklatura de Morena, deben de tener claro que ya perdieron la Ciudad de México, aunque no lo quieran reconocer, porque tienen en contra a la clase media que siempre los respaldó. Esto no lo dice cualquiera, lo reconoce el senador Gabriel García Hernández, quien durante los tres primeros años del Gobierno de López Obrador fue el responsable de armar el padrón de 25 millones de beneficiarios de programas sociales. “Es necesario regresar a la esencia de mirar a las personas de ingresos medianos”, dijo hace unos días en un encuentro con periodistas en el Senado.
Esa nomenklatura perdedora tiene hoy dos escenarios. El primero: entregarle la ciudad a la oposición, donde todo indica que su candidato a la Jefatura de Gobierno será el panista Santiago Taboada. Y el segundo: entregarle a Ricardo Monreal la candidatura de Morena, para que intente conservar la capital. Monreal es quien puede lograr un gran acuerdo político con las clases medias: con alcaldesas y alcaldes de Morena, de oposición, y que se unan entorno de su proyecto político. La ventaja que ofrece Monreal a la nomenklatura es sumarle votos presidenciales a Sheinbaum, en vez de que de que Taboada se los reste. Esos duritos que perdieron la capital tienen buen panorama laboral, porque si bien perderían posiciones en ciudad, muchos podrían subirse al gobierno de Sheinbaum, quien sigue encabezando las preferencias electorales para 2024.
Monreal tiene una llave que nadie más: controla políticamente hablando la Alcaldía Cuauhtémoc, la capital de la capital del país, a través de la alcaldesa Sandra Cuevas, cuyos votos podría orientarlos a favor de Morena, si él fuera candidato a jefe de Gobierno, o contra Morena y contra Sheinbaum, si él no fuera.
¿Y qué va a pasar con otros dos que aspiran? Omar García Harfuch va a ser secretario de Seguridad Pública Federal en caso de que gane Sheinbaum. Y Clara Brugada la vigía del proyecto de la 4T en la CDMX desde el Congreso local. Así, Monreal ya hizo lo que le toca y seguro el 6 de septiembre le va a levantar el brazo a Sheinbaum. Ya solo faltaría que AMLO le cumpla al zacatecano con la CDMX. Lo veremos.